La cultura ciudadana no es solo una política pública ni un conjunto de normas de convivencia: es una forma de vivir y relacionarnos con nuestro entorno.
Es el reflejo de valores como el respeto, la empatía y la corresponsabilidad, que se manifiestan en acciones cotidianas, incluso cuando nadie nos observa. En el Quindío, necesitamos fortalecer esta cultura desde los hogares, las escuelas, las empresas y las instituciones, para construir una sociedad comprometida con el bien común.
Y es que si no hay un compromiso individual por parte de cada ciudadano, no serán suficientes normativas y/o esfuerzos de particulares. La cultura ciudadana se construye día a día, en cada acción que realizamos: al respetar las normas de tránsito, al cuidar los espacios públicos, al ser amables con los demás.
A nivel internacional, diferentes ciudades han demostrado que la cultura ciudadana puede ser un motor de transformación social. Mediante un enfoque integral con intervenciones en infraestructura, transporte, cultura y servicios, que le apuestan a modelos de desarrollo urbano sostenible e inclusivo.
En el Quindío, tenemos el potencial para seguir este camino. Si fortalecemos la cultura ciudadana desde la base, si promovemos la participación activa y el compromiso de todos los sectores.
Hoy quiero destacar, diversas iniciativas como el proyecto Alas cuyabras, impulsado por empresarios comprometidos con el desarrollo regional. Esta iniciativa busca fortalecer el entorno a través de acciones que promuevan la cultura ciudadana, donde un colectivo de empresarios y cívicos, preocupados por la apatía de la población en aspectos públicos, buscan recuperar ese sentido de pertenencia por lo nuestro a través de pedagogía, contenido digital y académico y la articulación de líderes de diversos sectores.
Otro caso, es la recuperación del Parque de Los Fundadores, liderada también por un grupo cívico ciudadano, que ha revitalizado este escenario a través de la campaña: El parque también es mío, fomentando ese sentido de pertenencia del que hablamos y la participación activa de la comunidad en el cuidado y embellecimiento del parque.
Por otra parte, no podemos desconocer acciones de organizaciones como la Diócesis de Armenia o la Secretaría de desarrollo social que han articulado movimientos para la recuperación social de personas en situación de vulnerabilidad; además de los esfuerzos de entidades como Comfenalco que ha liderado campañas regionales, o la misma Cámara de Comercio, la Policía Nacional, la EPA, la CRQ, los empresarios, la Alcaldía de Armenia que hemos contribuido a la apropiación de sectores como la calle 14, buscando ese trabajo colaborativo que aportas ese ideal de ciudad.
Finalizo diciendo que es claro que nos falta mucho, sin embargo hay que aplaudir esas iniciativas privadas y por supuesto, seguir velando por políticas públicas claras e incluso donde se haga uso de los códigos de convivencia y sus respectivas sanciones. La cultura ciudadana no es una meta lejana, es una tarea diaria que nos involucra a todos.